1. Las órdenes deben ser claras y precisas (el niño tiene que saber exactamente qué es lo que se le está pidiendo que haga); por ejemplo: “lleva el vaso y la cuchara a la cocina”, es mejor que “recoge”
2. Ser comprensibles para los niños (Emplea un lenguaje sencillo)
3. Ser cortas
4. No deben entrar en contradicción con otras (tampoco es recomendable que los padres se desautoricen el uno al otro, debe haber acuerdo al momento de dar la orden al niño).
5. Deben ser un número reducido; al inicio, es mejor darle una sola orden, y cuando la cumpla darle otra, resulta más efectivo que darle varias órdenes al mismo tiempo.
6. Siempre es mejor establecer una orden en positivo que en negativo. Es decir, pedir que haga algo en vez de que no haga algo. Ejemplo “Habla más bajito”, mejor que “No grites”
7. No deben ir acompañadas de contacto físico instigador (o amenazante).
8. Deben estar expresadas de una forma positiva y evitar recurrir a sugerencias o interrogantes (es mejor “Ponte la ropa del colegio”, que “¿Te parece que nos pongamos la ropa del colegio?” o “¿Quieres ponerte la ropa del colegio?”. De esta manera establecemos claramente que es una orden que se debe obedecer y no una opción.
9. Por último, cuando demos una orden debemos darla una sola vez con un tono firme, atrayendo su atención y siguiendo las indicaciones anteriores. En este momento esperamos 10 segundos a que realice la orden sin responder a las quejas que pueda desplegar. Si hace caso omiso, le retiramos tranquilamente de la actividad que esté haciendo (apagar la tele, quitar juguete…) sin entrar en discusiones y le volvemos a dar la orden.
10. Recuerda felicitarlo cuando cumpla las órdenes correctamente, esto favorecerá el mantenimiento de esta conducta en el tiempo.